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¿Hay vida después de Mario Draghi?

A pesar de todos los errores cometidos en el pasado, si la Eurozona sigue existiendo es, en buena parte, gracias al italiano que ha presidido la entidad central europea desde el año 2011. En octubre se acabará el mandato del hombre que salvó el euro con su "whatever it takes" en 2012.

La promesa de Draghi de salvar al euro, se ganó la confianza de los mercados financieros y detuvo la crisis de deuda del bloque monetario. Los inversores admiraron su voluntad de abrir nuevos caminos en materia de política monetaria y la clara comunicación de las ideas del BCE.

Con el crecimiento y la inflación de nuevo en declive, y el arsenal político del BCE agotado, quienquiera que lo suceda tendrá que ser igualmente audaz. El temor de muchos Estados miembros, pero también de inversores y otros actores, es un giro total en la estrategia del BCE, que no se debería solo al cambio del presidente, sino que sería propiciada por un dominio hawkish.

La elección del próximo presidente del BCE como un acto aislado, estará condicionado  por los nombramientos en la cúpula de la UE, donde en muy poco tiempo se escoge además al presidente de la Comisión Europea, del Parlamento Europeo y, unos meses después, del Consejo Europeo.

Hawkish vs Dovish

Jens Weidmann, presidente del Bundestag, es considerado el más importante de los hawkish, los que son más favorables a que el BCE se mantenga pegado a su mandato, que se limita a mantener el nivel de inflación. Las opciones de Weidmann decayeron en los últimos meses, pero parece resurgir poco a poco.

Por el otro lado, encabezando a los dovish, está François Villeroy, gobernador del Banco de Francia. Weidmann sabe que lo tendrá muy difícil porque es visto como demasiado ortodoxo y duro para prácticamente todos, y eso está haciendo que aparezcan otros nombres, como el del exgobernador del Banco central de Finlandia, Erkki Liikanen, o su actual sucesor en el cargo, Olli Rehn.

En cualquier caso, y por encima de nombres, muchas de las voces en Bruselas están de acuerdo con que lo fundamental será tener un BCE valiente, dispuesto a ser flexible. Es decir, un BCE como el que hemos tenido con Draghi y no como el que tuvimos con Jean-Claude Trichet.