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Brexit: la película interminable

De momento tan sólo podemos asegurarles una cosa, pase lo que pase, ya no habrá Brexit el próximo 29 de marzo. Ni duro ni blando, ni pactado ni a las bravas. Tras unas semanas frenéticas, intercambios de cartas y mensajes, de peticiones y consultas, la UE y Theresa May cerraron ayer en Bruselas una primera extensión, una fórmula compleja y condicionada que tiene sin embargo una consecuencia clara: como mínimo, Reino Unido seguirá en la UE hasta el 12 de abril. Y seguramente más.

La Unión Europea aprobó una extensión en la fecha del Brexit que contempla dos escenarios en función de si la Cámara de los Comunes aprueba o no en la votación, que tal y como se ha confirmado hoy, se producirá el miércoles o el jueves de la próxima semana, el acuerdo entre May y Bruselas.

En el caso de que la Cámara de los Comunes no apruebe el acuerdo, el Brexit se pospondrá hasta el 12 de abril, y Reino Unido tendrá hasta ese día para comunicar cómo desea proceder. Si opta por solicitar una extensión larga a la UE, deberá justificar por qué la pide y deberá celebrar elecciones a la Eurocámara, que tendrán lugar entre el 23 y el 26 de mayo en los diferentes Estados miembros.

 

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, explicó a los líderes de los Veintisiete que hasta el 12 de abril “todas las opciones permanecerán abiertas”:Por su parte, la primera ministra británica, Theresa May, consideró que la extensión condicional del Brexit concedida por la Unión Europea supone que los parlamentarios británicos deben decidir entre apoyar el acuerdo de salida cerrado por su Gobierno o verse obligados a convocar elecciones europeas.

Pocos creen en Bruselas que May quiera o esté dispuesta a ser la primera ministra que sacó a las bravas al país de la UE. Pero también cada vez más temen que pueda ser lo que ocurra. Ven cómo resiste los golpes, cómo no pierde la paciencia. Pero dudan de que pueda controlar la situación cuando en los próximos días esté realmente contra la pared.

Los 27, a su manera, confían en que, si lo ve negro, antes de dar un paso el falso, ceda. Que acepte la participación en las elecciones europeas a cambio de una extensión más larga, quizás hasta el 31 de diciembre. Pero es algo que está por encima de su poder de decisión. El punto de no retorno sería el 11 de abril, allí es donde quien gobierne para entonces debe decidir.

Es lo que May tendrá que contar en casa a partir de mañana ofreciendo una vía en forma de ultimátum a los diputados, sin tampoco más margen. O su acuerdo, o sin acuerdo o a quedarse definitivamente. Ya lo ha hecho antes, pero ahora lo que ha cambiado es el reloj. Que quizás juega, por primera vez, a su favor, pero claramente juega en contra de 500 millones de europeos.