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Un año de reinado de Trump con amor y odio a partes iguales

Tras 12 meses desde que saliese victorioso en las elecciones frente a la demócrata Hillary Clinton, aún no ha sido capaz de despejar las dudas sobre la limpieza de su campaña, con la sombra de Rusia siempre acechando. Su ya habitual falta de tacto, la salida del acuerdo de París, el muro de Méjico, la expulsión de los "Dreamers" o su empecinamiento en derogar el "Obamacare" han rebajado su popularidad hasta niveles no vistos para un presidente desde Truman. El próspero momento económico lo compensa 365 días después.

Tan sólo una semana antes de las elecciones Hillary Clinton seguía sacando una ligera ventaja a un Donald Trump que se había presentado al mundo con un claro mensaje proteccionista y rupturista tildado por muchos de populista. Pero aunque nadie apostaba porque conseguiría aterrizar en la Casa Blanca, algo parecido pasó con el Brexit, su inesperada victoria provocó admiración y estupor a partes iguales. Buena parte del mundo contenía el aliento ante la llegada de un gran magnate que aseguraba ser buen amigo de Vladimir Putin y que traía bajo el brazo polémicas promesas como romper acuerdos internacionales o levantar un muro pagado por los propios mejicanos. Tras unos meses de incertidumbre, Trump fue confirmando su aislacionismo, escenificado en la salida del acuerdo de París, el fin de las negociaciones del TTIP con la Unión Europea, la no confirmación del acuerdo con 11 naciones del Pacífico o las dificultades que ha puesto sobre la mesa para renegociar el acuerdo con Canadá y Méjico. Por si fuese poco, su falta de tacto diplomático para tratar temas internacionales, entre otras cosas en Twitter, y sus innumerables amenazas militares, principalmente a Corea del Norte, Irán y Venezuela; le han convertido en un presidente con una imagen de inestable y temerario. Pero su ya famoso "America First" también ha conseguido un año después unos resultados económicos que están asombrando a propios y extraños, y al alcance de pocos presidentes estadounidenses. La mayor economía mundial crece por encima del 3%, la confianza de los estadounidenses está en máximos de 17 años, el desempleo en niveles no vistos desde hace casi dos décadas; y por si fuese poco Wall Street está en máximos históricos tras subir más de un 20% desde su llegada al despacho oval. Las grandes empresas celebran y esperan como agua de mayo la prometida bajada de impuestos masiva de Trump, que afronta su tramo final legislativo, mientras el sector financiero confía en una mayor desregulación tras la designación de Jerome Powell como nuevo presidente de la Fed. En el plano doméstico, los enfrentamientos de Charlottesville no le hicieron temblar el pulso a Trump, obligado a disolver dos consejos de empresarios asesores de la Casa Blanca. Aunque su tozudez ante la derogación del Obamacare y sus intentos de expulsar a los conocidos como Dreamers, son quizás los temas que mayor popularidad le han robado en los últimos meses. Ahora mismo ha caído hasta el 34%, un nivel no visto desde Truman cuando en el 46 lidiaba con la desmovilización de las tropas norteamericanas tras el final de la segunda guerra mundial. Pocas veces un mandatario ha generado amor y odio a partes iguales en tan poco tiempo.